Primavera en la zamorana Sierra de la Culebra. Avanza la mañana de una jornada de pajareo con el sol calentando de lo lindo…. A llovido en las últimas semanas y el campo se muestra espléndido.
Observo la presencia de una pareja de Milanos negros cicleando en el horizonte. Nada inusual en esta época del año, ya que es zona de cría de la especie. No obstante, me extraña su insistencia alrededor de un sector determinado.
A los pocos minutos, cerca de los Milanos y a baja altura, irrumpe un Buitre común. No lo he visto llegar. Realiza varias cabriolas en la maniobra de descenso y enfila por un pequeño valle situado a unos 200 metros de donde me encuentro. Me voy acercando a la zona y, cuando subo la mirada, veo otros dos ejemplares, que están volando a escasa distancia.
La presencia de los Buitres ya es un indicio claro de lo que estaba barruntando. Tiene que haber alguna carroña, ya que el primer Buitre ha descendido con gran decisión.
El relieve es algo sinuoso, y al acercarme a la zona, veo como el primer Buitre remonta el vuelo. Sigo mi camino y al llegar a un lateral del valle, dos Cornejas me ayudan en la localización. Se trata de una cierva muerta, en gran parte devorada.
Al salir del valle, me topo con este trío de Ciervos, en pleno descampado. No es infrecuente divisar a estos cérvidos a plena luz del día. En la zona hay grandes extensiones de monte donde estos herbívoros campan a sus anchas. Solamente el lobo o los mastines de los cada vez mas escasos rebaños ovinos los pueden hostigar.
Las dos Ciervas y el Vareto están pendientes de mi presencia, calibrando el peligro. Finalmente se alejan al trote, sin excesivas prisas, para refugiarse en el matorral.
Se han estado viendo lobos en las últimas semanas por la contorna, y puede ser una buena oportunidad para hacer una espera. Nunca se sabe. Aunque también se alimenta de corzos, jabalíes, ovejas, conejos…, los ciervos suponen la mayor fuente de alimentación para las manadas que medran en la Sierra. Si han estado alimentándose de ella, es posible que vuelvan para terminarla.
En el ocaso del día y junto con mi hermana Marian, nos acercamos hasta la pequeña vallejada, donde nos instalamos en la ladera situada frente a la cierva muerta.
Allí, tras unas escobas a modo de somera espera, agachados y con paciencia, nos disponemos a tentar la suerte. Toca esperar en silencio, con los ojos y oídos en tensión, atentos a cualquier movimiento.
Se apagan las últimas luces de la tarde. Llega el silencio…solo roto por el canto del Cuco que tenemos en un roble a nuestras espaldas. El Cuco apaga su voz… y es ahora el Autillo, al que oímos en la lejanía, con su aflautado y monótono canto.
Está cayendo la noche…, y seguimos alerta con nuestros prismáticos. Cada vez hay menos luz y nos miramos pensando que ahora es el momento.
Según ha ido entrando la noche, he ido cambiando los parámetros de la cámara. Está con el ISO a tope, 6400, y la velocidad a 1/125.
Una mirada con los prismáticos hacia la parte alta del valle situado a nuestra izquierda, y de pronto una figura emerge valle abajo. ¡ Es un lobo! Un lobo de gran porte, de tonos claros pajizos que destaca sobre el fondo oscuro del monte.
En unos segundos pasa por un claro al típico trote lobero. Si no saco ahora alguna imagen es posible se meta entre el monte de escobas y jaras y lo pierda. El lobo se va a percatar tarde o temprano de nuestra presencia y decido pulsar el disparador.
Ha oído el sonido de la cámara, se para y nos mira fijamente. Las pulsaciones se precipitan. Momentos de indecisión, esperando su respuesta. Se queda inmóvil unos breve segundos…, nos sigue mirando…No percibimos en el ningún temor, más bien demuestra sorpresa… Aprieto el disparador de nuevo…
Finalmente el lobo sigue adelante en la misma dirección. El va a lo suyo… parece enfilado a donde se encuentra la cierva. Sin embargo, se para un instante, y decide subir la ladera hasta una zona de roquedo. Desde allí nos vuelve a mirar. Muestra una gran seguridad. Por su porte, parece tratarse de un viejo lobo…
Unos segundos más tarde, vemos fascinados como baja desde los riscos y va directamente hacia la cierva. La sujeta firmemente y tira de ella para desplazar sus restos. La ha movido unos metros y allí comienza la jalatoria.
Son unos minutos que nos parecen interminables. Ya casi no hay luz, y apenas podemos seguirlo con los prismáticos. Sigue realizando ligeros movimientos alrededor de la carroña y de vez en cuando acomete para alimentarse. En la quietud de la noche, podemos oír claramente sus dentelladas.
Ya nos es imposible seguir sus movimientos. Nos tocamos en la oscuridad y decidimos dejar la espera. Salimos entre las jaras, por un lindero creado por las ovejas a fuerza de transitarlo, llegando luego a un camino amplio de la parcelaria.
Nos detenemos, y buscamos entre las sombras del camino, por si el lobo nos ha podido seguir, pero…ni rastro…, el sigue a lo suyo… Tiene una larga y atareada noche por delante…
El lobo, animal sociable e inteligente, ha ido saliendo adelante de la pugna que desde la noche de los tiempos ha tenido con el hombre, a pesar de haber estado al borde de la extinción en la Península en los primeros años 70 del pasado siglo. Apenas llegaron a quedar 300-400 lobos. Mucho hay que agradecer al carisma y la labor divulgativa de Félix Rodríguez de la Fuente su posterior recuperación.
Hoy, cuando la mayoría de las fuentes dan una población de unos 2000 individuos en toda la Península, sigue la polémica en torno al lobo. Sobre todo a causa de la colonización por el cánido de zonas de las cuales había desaparecido, y a las cuales ha vuelto de forma natural.
Pero no solo en estas zonas recolonizadas es causa de conflicto. En la Sierra de la Culebra, último bastión de la especie en los peores tiempos, y zona exportadora de lobos a otros territorios, todavía se puja en subasta por un precinto que permite su caza.
No voy a profundizar en el tema, porque ya me estoy extendiendo demasiado. Solo añadiré para concluir, que me entristece profundamente que en la zona donde nací, un animal mítico por excelencia, imprescindible y emblemático como el lobo, sea considerado todavía trofeo de caza.
Buenas esas observaciones de los lobos, ¡quién pudiera!
ResponderEliminarSaludos
Javi
Fantástico relato. La descripción de la escena es emocionante. Muchas gracias por compartir esos momentos.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por tu comentario, Itziar.
EliminarLa escena fue en verdad intensa y muy emocionante, especialmente con la aparición del lobo y hasta que hubo un mínimo halo de luz. Uno de esos recuerdos que se guardan para siempre.
Un saludo
Alfredo
Simplemente genial y el encuentro debe ser algo que no se olvida en la vida.Felicidades.
ResponderEliminarUn encuentro con el lobo a tan corta distancia y de noche, no se olvida fácilmente. Resultó realmente sobrecogedor. Gracias por tu comentario, JJ.
EliminarUn saludo
Alfredo
Todo es cuestión de insistencia y paciencia. Esta vez ha habido fortuna y lo hemos visto más cerca. Otras, la mayoría, a través del telescopio a 1-2 km. de distancia. En todas ellas, un auténtico placer.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Javier y un saludo.
Alfredo