La madre azulona discurría por la ribera del río Oria en el término de Lasarte-Oria (Gipuzkoa), con sus siete creciditos vástagos. Siempre alerta, siempre con cierto recelo y cerca de la orilla.
A escasos 30 metros se encontraba una Garza real habitual en la zona. En un momento dado, levantó el vuelo y fue a por uno de los pollos. En la siguiente escena que pude ver, la garza sujetaba con su fuerte pico el cuerpecillo del polluelo, al que balanceaba como un pequeño títere.
La Garza se fue alejando unos metros y descendió al lecho del río. Dió unos bruscos golpetazos y acabó con la vida del infortunado polluelo.
Pero quedaba la tarea de engullir la presa, y nuestra garza comenzó a tener dificultades…
Mojaba al polluelo, tratando de esta forma de que el cuerpecillo resbalara más fácilmente pero…
… sus intentos fueron en vano. La presa era demasiado grande.
Después de unos minutos interminables soltó al polluelo inerte, que flotó río abajo empujado por la corriente. Y allí se quedó la Garza, mirando impertérrita la escena. Compuesta y sin comida. Acabó con la vida del pequeño, pero erró en su calculo y se quedó sin alimento.
Y aquí termina el relato, con el triste final del inocente azulón. Un lance dramático, pero habitual en la naturaleza, donde cada especie sigue su instinto, en la constante lucha por la supervivencia.
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