De siempre me ha atraído la familia de las currucas. Quizás sea por la actividad febril que despliegan, debido a su carácter inquieto y vivaracho.
Quizás porque, especialmente algunas, son de difícil observación, y permanecen entre la maleza sin mostrase excesivamente, lo que les da un halo de misterio.
Además, tienen un punto de desenfado, incluso de pose y gesto retador, que me parece muy llamativo y a la vez simpático.
En esta ocasión nuestra protagonista es la Curruca zarcera, de la cual desgranaremos algunas características.
Este sílvido es muy común en toda Europa y también es frecuente en la mitad norte peninsular, en ambientes frescos y relativamente húmedos. En la mitad sur solo aparece en áreas de montaña.
Migrante subsahariano, suele llegar a Gipuzkoa hacia el mes de marzo y puede prolongar su estancia hasta el mes de octubre. Es por tanto un ave estival, aunque también utiliza nuestro territorio como zona de paso y descanso durante sus migraciones.
En nuestro territorio se mueve en la campiña atlántica y aparece más frecuentemente en cuadrículas cercanas a la costa.
Según datos obtenidos por SEO-Birdlife a través del programa Seguimiento de aves comunes reproductoras (SACRE), esta especie se encuentra en el País Vasco en declive moderado ya que entre 1996 a 2012 de redujo su población un 5% cada año.
Se le puede ver en setos y otras formaciones arbustivas compuestas por zarzas, brezos, argoma…, que separan los terrenos abiertos como prados de siega y campos de labor. No es difícil localizarlas también en los linderos de caminos y carreteras.
El macho presenta el dorso de color pardo, con la cabeza gris en época de cría, alas pardo-rojizas y aunque la observación sea a cierta distancia, destaca en seguida por el color blanco níveo de su garganta. La hembra dispone tonalidades más apagadas, con cabeza y dorso más pardusco.
CURRUCA ZARCERA / SYLVIA COMMUNIS / SASI-TXINBOA
Se alimenta a base de invertebrados, aunque a finales del verano y el otoño se nutre también de los frutos carnosos del saúco, higuera, zarzamora, majuelo, endrino…e incluso granos de cereal.
Aunque como el resto de currucas es en general reservada, hay ocasiones en las que, sorprendentemente, se instala en una percha prominente y cercana, y allí permanece con descaro a pesar de la presencia humana. Esta actitud, aunque muy irregular, la he comprobado en distintas ocasiones.
En estos momentos, la especie está dedicando sus esfuerzos a la reproducción. Si ha comenzado pronto con la tarea, para estas fechas quizás esté bregando con una segunda puesta.
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