De los capítulos del “Hombre y la Tierra” del añorado Félix Rodriguez de la Fuente, guardo un imborrable recuerdo. Y hay escenas concretas, que se han quedado para siempre en mi retina. Una de ellas, en la que se hacia un repaso a la vida de los “Pájaros carpinteros”, presentaba a un Torcecuellos retorciéndose dentro de un tronco hueco, imitando perfectamente a un reptil, para confundir y defenderse de un Hurón. Con esta estrategia, el ejemplar salía indemne del lance.
Esa escena me ha venido a la mente hace unos días, al observar en la campiña de Irún (Gipuzkoa) a un ejemplar de esta especie defendiendo su territorio.
TORCECUELLOS EUROASIATICO / JYNX TORQUILLA / LEPITZURIA
Este pícido de pequeño tamaño, puede pasar fácilmente inadvertido gracias a su mimética librea. Desde la distancia, su plumaje parece de un tono marronáceo, discreto y uniforme.
Sin embargo, si echamos mano del tele o logramos recortes fotográficos cercanos, podremos apreciar la belleza de su plumaje, los contrastes entre los tonos crema, ocre y pardo-grisáceos, las franjas negruzcas de su dorso, las finas líneas a modo de escamas horizontales que adornan su pecho y garganta, su moteado blanquecino… Sin olvidar, el detalle de las plumas eréctiles de su cabeza…
Seguro que no es el ave más espectacular ni llamativa, pero personalmente, su plumaje me parece tremendamente atractivo.
TORCECUELLOS EUROASIATICO / JYNX TORQUILLA / LEPITZURIA
Desconozco el motivo pero, en la zona donde me encontraba, había una tremenda algarabía. Un grupeto de Cornejas y Urracas, saltaban de un árbol a otro con un jolgorio que parecía irritar a nuestro protagonista, un ejemplar de Torcecuellos, que era imposible que pasara inadvertido, debido a su peculiar e insistente canto.
Supongo trataba de proteger su zona, ya que la especie es muy territorial, y en sus movimientos de defensa, se emperchó muy cerca de donde me encontraba, dentro de mi vehículo.
TORCECUELLOS EUROASIATICO / JYNX TORQUILLA / LEPITZURIA
Pasados unos minutos, el guirigay fue bajando de tono, los córvidos se fueron disolviendo y esto rebajó la tensión del Torcecuello, que se perdió en el bosquete contiguo.
La escena me permitió oír y observar de cerca a este pícido tan peculiar, al que podemos observar y sobre todo escuchar, en Gipuzkoa, a partir del mes de abril. Unos llegan de paso, en su periplo hacia territorios más norteños. Otros, iniciarán y completarán entre nosotros la temporada de cría.
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