Desde tiempos remotos, las rapaces nocturnas han permanecido, en el imaginario popular, como seres de mal agüero, relacionadas con el mundo de las tinieblas, los mitos y la superchería.
La Lechuza común tiene un rostro redondeado, con dos grandes ojos negros, que asemejan la faz humana. Pudiera ser que, por este cierto parecido, se le hayan otorgado poderes sobrenaturales, desde la noche de los tiempos.
Todavía, hoy en día, se puede observar esta influencia en relatos, cuentos y películas, donde estas bellas aves se transforman en personas con poderes mágicos, o se les asocia con el mundo de lo oculto, los desastres o la muerte.
No terminan de perder, por tanto, esa reputación siniestra que arrastran desde antiguo.
En este blog, creemos poco en la superstición. Tendemos a ver a estas especies de forma natural, desprendidas de este barniz contrario a la razón que todavía conservan, y pensamos que estos mitos irán desapareciendo, con el tiempo, del acervo popular.
En las imágenes que complementan esta crónica, podemos contemplar un bello ejemplar de Lechuza común. En ellas, podemos apreciar la contrastada gama de tonalidades de su plumaje, y nos recreamos disfrutando de su espasmódico, silencioso y elegante vuelo, recorriendo la campiña.
Esta única componente de la familia de las Tytonidae, se adapta a diversos tipos de hábitats, aunque es muy característica de zonas abiertas, campiñas arboladas y prados.
Aunque también se distribuyen por canteras, cantiles rocosos, huecos de árboles, etc., se sabe de su predilección por los edificios humanos, tanto para guarecerse durante el día, como para, en su época, reproducirse.
Esta elección está causando verdaderos problemas a la especie, ya que, en los últimos años, se están restaurando, también en otras comunidades, pero concretamente en el País Vasco, numerosas iglesias, ermitas, edificios viejos o en ruina, que eran la morada de nuestra protagonista.
A esto, hay que añadir el uso de pesticidas en el campo, que afecta a micromamíferos y pequeñas aves, que son sus principales presas, lo que está influyendo muy negativamente en la dinámica poblacional de la especie.

De hábitos crepusculares, es ocasional poderla observar durante el día. Las imágenes que aquí se muestran, han sido obtenidas, al atardecer, por Victor J. Marugán, en el entorno de las Marismas de Txingudi.
Fotones, de un espectaculo que sueño con ver....
ResponderEliminarSaludos camperos!
Sabemos que están entre nosotros, pero es difícil observarlas en sus lances de caza.
ResponderEliminarLas fotos de V. Marugán. El espectáculo, de la rapaz.
Un saludo desde Donosti, Campero.
Alfredo
¡Como la has pillado! Enhorabuena, excelentes fotos y difíciles de realizar.
ResponderEliminarSaludos desde León
Las imágenes son de Victor, se lo traslado. Y si que es difícil captarlas con algo de luz. Yo lo he intentado por la misma zona y no he tenido suerte.
ResponderEliminarSaludos desde Donosti
Alfredo
¡Qué difícil es pillarlas! por desgracia, nos enteramos de su presencia en forma de atropellos y a veces cazadas por desaprensivos. Es increíble que con el enorme beneficio que causa a los habitantes del campo aún se la persiga por razones tan ilógicas.
ResponderEliminarEfectivamente, puede resultar más fácil ver una Lechuza atropellada en la cuneta, que volando al natural.
ResponderEliminarUtiliza en muchos casos, los postes, mojones y cableado paralelo a las carreteras como posadero. Los cruces y zonas de tráfico intenso, suponen un gran peligro para ellas.
Un saludo
Alfredo
Preciosas imágenes, una pasada. Saludos desde Cantabria.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Germán
ResponderEliminarUn saludo desde Donosti.
Alfredo